El apeo o tala controlada consiste en eliminar un ejemplar sin dejar que caiga al suelo de una vez.
Esta práctica que en el sector forestal se realiza de manera cotidiana casi nunca tiene cabida en entorno urbano.
Es entonces cuando entran los arboristas cualificados en el desmontaje por secciones.
El apeo controlado es una de las disciplinas de la arboricultura y uno de los trabajos más peligrosos y exigentes que existen debido a la cantidad de factores de riesgo que entraña.
Entre estos factores cabe destacar la altura a la que el arborista debe trabajar con el riesgo de caída que esto conlleva, el uso de motosierras donde un pequeño descuido o falta de formación y experiencia puede resultar fatal y la caída de elementos pesados como son las ramas y troncos que se cortan.
A esto hay que sumarle el riesgo de golpes de calor, picaduras de insectos y en algunos casos riesgo de electrocución si se trabaja cerca de líneas eléctricas.
Cualquier árbol se puede eliminar si se realiza con los medios adecuados y de la manera correcta.
Pero antes de talar un árbol hay que determinar el por qué de su retirada.

En muchos de casos se opta por quitar un árbol simplemente por «la suciedad» que genera sin valorar los beneficios que proporciona.
En este caso la tala no estaría justificada y no debería realizarse sin informar previamente de las ventajas que un árbol de ciertas dimensiones puede otorgar a una propiedad y sus habitantes.
Hablaremos de los beneficios de los árboles en otro apartado.

Para justificar una tala debemos demostrar que el ejemplar está causando daños materiales a la propiedad que son irreparables o que su estado de salud conlleva un riesgo para las personas, porque de lo contrario estaríamos actuando sin ética profesional.
La necesidad de «limpiar» lo que un árbol «ensucia» nunca es motivo para su tala o su poda.
Nunca nos cansaremos de decir que los problemas de limpieza se solucionan con limpieza y negarse a realizar un trabajo no justificado es una buena muestra de ética laboral